Pisador, Diego. Salamanca, c. 1509 – ¿Salamanca?, 1557 post. Compositor y vihuelista.
Diego Pisador ha pasado a la historia de la música del Renacimiento español al haber legado una colección monumental dedicada a la vihuela, bajo el título de Libro de música de vihuela, publicado en 1552 en su ciudad natal.
Sus padres eran Alonso Pisador e Isabel Ortiz, hija a su vez del gran mecenas de la música Alfonso III de Fonseca. Debido a diversos problemas familiares, tomó las órdenes menores en 1526. Gracias al título de su única obra publicada, se sabe que era “vecino” de Salamanca, donde desempeñaba desde 1532 el oficio de mayordomo. Pisador pudo haber estado vinculado a la Corte de Felipe II, sospecha abonada por las palabras del propio compositor: “Determiné, aunque el servicio fuese pequeño, de lo dedicar a V. Alt. por dos causas: la una por servir algo de las mercedes que de V. Al. he recibido, y la segunda porque si V. Al.queriéndose desocupar en los trabajos de gobernación quisiere descansar en este ejercicio de la vihuela, sepa vuestra Alteza que este libro es el más provechoso que hasta ahora se ha compuesto, y el autor es vasallo y criado de Vuestra Alteza, que en ello le podrá industriar si fuere servido”. Los datos proporcionados por Pisador en este texto han servido de apoyo para confirmar la tesis del dominio de la vihuela por parte de Felipe II. En todo caso se constata el alto concepto que Pisador tenía formado de su obra, anteponiéndola a todas las editadas hasta entonces. Pero los comentarios sobre la excelencia de su obra se completan con más afirmaciones suyas: “Quiero declarar al lector la intención que tuve particular de hacer este libro de vihuela. De manera que uno con sólo entender el arte de la cifra, sin otro maestro alguno, puede comenzar a tañer, y ser músico acabado; y así, en estos seis libros están puestas cosas, claras, medianas y dificultosas; músicas de pocas voces y muchas, y discante, y contrapunto y mucha variedad en todo, para que el ánimo del que depende se pueda recrear y espaciar por ella, y así hallará villancicos castellanos, villanescas, romances viejos, canciones, motetes de grandes autores, fantasías, entre las cuales hay algunas que tienen señalada una voz para cantar, y esto será cosa muy apacible para el que las tañere y cantare, porque van pasos remudados de todas las voces. Puse también dos libros en los cuales se contienen ocho misas de Josquin porque los que hasta aquí han escrito no pusieron de este autor sino muy pocas cosas, escogiendo ellos lo que les parecía; yo quise poner ocho misas para que el que quisiese escogiese conforme a su voluntad porque el músico fue tan bueno que no tiene cosa que desechar”.
Su Libro de música de vihuela, en cuya compilación invirtió Pisador más de quince años, se compone en realidad de siete libros. Si este hecho responde a la realidad, habría comenzado a escribirlo antes que Luis de Milán publicara El Maestro en 1536. Se trata de la colección más monumental de cuantas se hayan destinado a la vihuela, superando incluso a la de Fuenllana y a la de Valderrábano. Tal como señala John Griffiths, en las transcripciones de obras vocales, el compositor emplea dos formas para indicar cuál de las voces polifónicas ha de ser cantada: en las piezas a tres voces, una de ellas aparece con cifras coloradas en la propia tablatura “para que la voz que por ellas va señalada, la cante el que tañe” con la letra debajo de la tablatura; la segunda manera consiste en la utilización de la notación mensural con la voz que ha de ser cantada en un pentagrama aparte.
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